IV. SINOPSIS DEL RÉGIMEN JURÍDICO DE LA “FEDERAL REGULATION OF LOBBYING
ACT” DE 1946
La “Federal Regulation of
Lobbying Act”, que como dijimos, intenta dar un marco jurídico a los lobbies,
dispone principalmente según DION ([1]):
- Todos los grupos intermedios
que tienen lobbies en Washington o en Capitales de los distintos Estados de la
Unión deben registrarse obligatoriamente ante la Procuraduría General de la
Nación, en un Registro especial que ésta lleva al respecto.
- Estos grupos deben identificar
y dar la lista completa de todos los lobbies y lobistas que actúan a sus
respectivos cargos.
- Deben presentar un detalle
declarado de los gastos que se invierten en el lobbying.
- Debe declararse el salario de
los lobistas empleados.
- Existe obligación de
presentarse una descripción completa de las actividades que planea el lobby en
el futuro.
- Trimestralmente, los grupos
intermedios deberán presentar un informe sobre los puntos anteriores, que debe
incluir todas las variaciones y alternativas que se verifiquen, los cuales
edita el Congressional Record.
Estas obligaciones se cumplen muy
poco en la práctica, y son muchísimos más los grupos y lobbies que no se
registran que los declarados. DION estima que los lobbies que existen en
realidad son de un número diez veces mayor que los registrados. Como la
violación por la registración no es sancionada por ninguna pena por la F.R.L.
Act, al no disponerse nada sobre las omisiones, el registro y la información
trimestral dependen exclusivamente de la buena voluntad y honradez de los
interesados. El Gobierno se ve obligado a tolerar esta situación por no poder
tomar medidas de policía, lo que excedería sus límites legales y
constitucionales. A veces los Comités llaman a los lobbies a declarar sobre sus
actividades, pero nada más puede hacerse. Sin embargo, los informes
trimestrales que publica el Congressional Record ofrecen datos ilustrativos y
valiosos para el análisis de los lobbies ([2]).
V. FORMAS DE ACTUACIÓN DE LOS LOBBIES ANTE LOS PODERES PÚBLICOS Y
TÉCNICAS DE LOBBYING
Anteriormente caracterizamos como
“lobbying” a la actividad de gestión y presión que ejercen estas organizaciones
a nivel de los centros decisores del sistema político norteamericano. Podríamos
definirla más técnicamente como una actividad, generalmente remunerada, de un
agente o de un grupo, de forma concertada con los dirigentes de la asociación o
del grupo intermedio contratante, y disponiendo de medios pecuniarios u otros,
con el objeto de influir directa o indirectamente sobre proyectos o actos delos
gobernantes, para promover los intereses de sus patrones (o contratantes) ([3]). Si bien es cierto que
actúan preponderantemente a nivel de las Cámaras del Congreso, también lo hacen
a nivel del Presidente y el Poder Ejecutivo ([4]), no escapando tampoco el
Poder Judicial, si bien es más difícil acceder a los Jueces debido a que ellos
deben (y saben) mantenerse independientes de partidismos y presiones ([5]). Debe quedar claro que
los lobbies nunca representan a Partidos Políticos, sino solamente a grupos
intermedios o de interés. A pesar de que los lobbies son muy importantes en los
EE.UU. y su actividad es lícita porque ha sido regulada por la Ley y
encontrarse amparada por la I Enmienda, la gente común no tiene por lo general
mucho conocimiento sobre qué son y cómo trabajan e influyen estas
organizaciones ([6]).
En cuanto a su organización, el
lobby es una Empresa o Estudio compuesto por un gabinete de abogados,
profesionales universitarios o agentes expertos en publicidad (pudiendo
coexistir estas clases de profesionales), como también de ex asesores o
colaboradores de Bancadas, ex Congresales o antiguos funcionarios de la
Administración o del Poder Legislativo. Últimamente algunos periodistas se han
destacado como eficaces lobistas, aprovechando el importante baluarte de sus
periódicos o diarios. Todos ellos residen en Washington (donde se encuentra la
mayoría) o las Capitales de los Estados de la Federación; esto es, cerca de los
principales centros de poder. Como rasgo peculiar de los tiempos modernos, los
lobbies tienden a convertirse en organizaciones de equipo en el que actúan multidisciplinariamente,
aliándose muchas veces, si las circunstancias lo requieren, con otros lobbies.
Algunos de ellos pertenecen exclusivamente a un grupo de interés o están
especializados por tarea o por materia. Otros manejan intereses de varios grupos
diferentes, aunque no representan a demasiados grupos. Algunos grupos
intermedios utilizan dos o varios lobbies. Ciertos lobbies, como el de la
Cámara de Comercio y la N.A.M. ocupan por entero importantes edificios ([7]), y otros apenas poseen
una pequeña oficina con un cuarto y un baño. Los más grandes mueven mucho
dinero y perciben suculentos honorarios por sus servicios. Varios de ellos
cambian de contratante y no observan una tendencia hacia la especialización,
siendo cada vez menos frecuente la figura del lobista unipersonal y solitario,
pero no existe una evolución marcada en este sentido ([8]).
Grupos intermedios de toda clase
utilizan actualmente los servicios de los lobbies: corporaciones y
organizaciones comerciales o industriales, grupos petroleros (de gran
influencia en la década de los 1970), agremiaciones laborales y centrales
obreras, grupos religiosos, organizaciones profesionales y de la Salud,
asociaciones de protección a la fauna, flora y al equilibrio ecológico, y
también se incluso se destacan las organizaciones de agricultores, granjeros o
ganaderos. E inclusive, Estados extranjeros ([9]).
Según EULAU, para explicar al
lobby no es muy apropiado el modelo de comunicación, sino el de política de
presión, al cual considera más realista, si bien el modelo de comunicación no
es descartable, pero éste no explica realmente todos los mecanismos del
lobbying, y sirve más para investigar fenómenos de mercado ([10]). La actividad de lobby,
pues, es un proceso y un fenómeno político. Asimismo este autor destaca la poca
fidelidad de las fuentes utilizadas para recabar datos sobre las actividades de
los lobbies, destacando tres fuentes de relativa fidelidad: 1) las no siempre
desapasionadas investigaciones del Congreso; 2) las no siempre coherentes crónicas
de los reporteros; y 3) los no siempre coherentes estudios de los científicos
políticos ([11]).
Aparte, los factores psicológicos existentes en el proceso son difíciles de
tomar en cuenta y la mecánica de la tarea es muy compleja ([12]). No olvidemos que los
registros de los lobbies son muy incompletos. Sin embargo, de estas fuentes se
desprenden algunos elementos valiosos que permiten conocer y caracterizar la acción
de aquéllos.
Básicamente, el lobby utiliza dos
tácticas o técnicas para conseguir los resultados que desea: 1) el lobby directo (“direct lobbying”), a
través del contacto personal o por ellagados claves a los decisores del sistema
político; y 2) el lobby indirecto (“indirect
lobbying”), mediante la manipulación y la influencia directa en las ideas y de
la opinión pública, que redunda en una presión indirecta sobre el sistema
político, a través de la presión directa del público sobre los gobernantes ([13]). Para MILBRAITH, que
sostiene que el lobbying es un proceso de comunicación, la tarea del lobista es
encontrar cómo puede mantener una comunicación más efectiva para influir en los
centros decisores ([14]). Este autor habla,
refiriéndose al lobby directo, de “técnicas para la comunicación directa
personal entre el lobista y los decisores”, y respecto al lobby indirecto, de “comunicación
entre los intermediarios y técnicas de grandes canales de comunicación abiertos”
([15]).
(continuará)
[1] DION, op. cit., ps. 128 y
129. Ver nota 31, Addenda.
[2]
DION, op. cit., p. 129. KEY, op. cit., p. 227. Los lobistas, como dijera el
legislador demócrata de Tennessee, Kenneth MC KELLAR: “Washington está y sus
hoteles están infectados de lobbies”. El número real de lobbies se calcula en
decenas y decenas de miles. DION, op. cit., p. 127.
[3] DION, op. cit., p. 114.
[4] Léase el artículo de
LEVINE - THURBER, cit..
[5] IPPOLITO - WALKER, op.
cit., p. 129.
[6]
DION, op. cit., p. 126. KEY, op. cit., p. 226. KRAEHE, op. cit., p.633 opina,
no obstante, que los texanos conocen muy bien a los lobbies y a sus lobistas.
[7]
DION, p. 121.
[8]
SALISBURY, p. 146.
[9]
Uruguay, según se dice, habría utilizado lobbies desde la época del Gobierno de
facto 1973-1985, y continúa utilizándolos en la actualidad (datos no
confirmados por el autor).
[10]
EULAU, op. cit, p. 200.
[11]
EULAU, op. cit., p. 196 y sigs. Recordemos que la publicación de los informes
trimestrales ordenados por la F.R.L. Act que edita el Congreso, aunque no
refleje la realidad absoluta, son otra preciosa fuente de datos de estudio.
[12]
MILBRAITH, L., “Lobbying as a communication process”, en MALECKI - MAHOOD, op.
cit., p. 184. ECKSTEIN, “Pressure Group Politics: The case of the British
Medical Association”, Stanford, California Stanford University Press, 1960, p.
152.
[13]
IPPOLITO - WALKER, op. cit., p. 320.
[14]
MILBRAITH, op. cit., p. 185.
[15]
MILBRAITH, op. cit., p. 186.
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