Lobby directo (direct
lobby)
El acceso y la comunicación
fluida con las personas que forman la voluntad decisoria del sistema político
americano preocupan mucho a los grupos de presión de los Estados Unidos. Y como
la tarea de los lobbies es, como ya dijimos reiteradas veces, la presión e
influencia profesional en las cúpulas de elaboración de decisiones -lo que da
garantía de especialización y experiencia-, el lobista debe poseer canales y
vías de contacto personal y directo con las mismas, porque después de todo, el
contacto directo es el medio más seguro y efectivo para lograr el éxito de la
gestión del lobby. Es necesario que el lobista conozca a legisladores,
políticos e importantes autoridades -y cuantos más mejor-, o por lo menos debe
estar vinculado a los más importantes; si no los conoce o no pude acceder
personalmente, debe mantener contactos con las Comisiones o Subcomisiones y
poseer amistades y confidentes, funcionarios o colaboradores y asesores claves
que le sirvan como nexo para acceder a las cúpulas, o lo mantengan enterado de
qué tema que de interés se está tratando, y cómo está evolucionando el mismo.
También tiene que proveerse de buenos informantes (pagados o no) o fuentes
autorizadas para que lo enteren de todo lo que ocurre momento a momento en los
centros decisores y en sus Comisiones o Subcomisiones, sobre los temas que
podrían afectar o no ser indiferentes al grupo representado por el lobby. Por
razones obvias, los lobbies prefieren el contacto directo con los legisladores
más importantes y las más encumbradas autoridades. Si el lobby no posee ninguno
de los contactos mencionados, debe por lo menos procurárselos. Cuando el
contacto no es posible de ninguna manera, se puede intentar dirigirse a las
personas que están en los centros de poder a través de cartas, aunque este
mecanismo se usa muy poco por lo escasamente efectivo, ya que el destinatario
(legislador u otra autoridad política) en el fárrago de su trabajo les presta
poca atención, y además no se puede advertir por el lobista la reacción del
político ante la petición y evaluarla ([1]). También podría pedir
audiencias, cuyas entrevistas demoran mucho tiempo en concretarse y no durarán
más de unos pocos minutos.
Puede ser que en su gestión, los
lobbies se valgan de técnicas de soborno y cohecho, así como de corrupción de
legisladores, autoridades, funcionarios y asesores mediante dinero, regalos,
obsequios para las Fiestas tradicionales ([2]), o recurrir a las
amenazas y a la extorsión. Lo que no es recomendable, amén que puede ser
delictivo; esto ha valido a los lobbies la mala fama que poseen, por lo que lo
evitan generalmente.
La acción típica de los lobbies
se manifiesta a través de la actividad en los pasillos (de ahí su nombre), por
lo que es muy común verlos, principalmente en el Congreso, totalmente repletos
de lobistas que intentan dirigirse a los legisladores y otras autoridades, y
este espectáculo debe necesariamente producir un impacto psicológico importante
en el ánimo del legislador, que debe abrirse camino entre los lobistas para
llegar a su despacho ([3]). La interacción entre el
lobista y la autoridad política (generalmente se piensa en el legislador,
aunque puede ser cualquier otra personalidad de Gobierno) es muy difícil y
delicada, y si el lobista desea tener éxito y que el político tome en cuenta
sus planteamientos, debe poner en acción toda su sagacidad, experiencia y
ciencia de la ductilidad en las diversas alternativas que se le presentan, como
también el conocimiento que posea de las pasiones humanas. No sólo en los
pasillos o en los salones de la Administración y de las Comisiones trabajan los
lobbies. También organizan y concurren a festejos, reuniones y agasajos, o
propician la formación de fondos, o aun de clubes de esparcimiento donde los
lobistas tengan oportunidad de transmitir sus planteamientos a las autoridades,
como el caso del “Poor Man's Country Club”, donde sólo podían entrar Senadores,
Diputados, hombres de influencia pública y lobistas (y los lobistas no
pagaban), organizado por el cabildante Homer Leonard ([4]). Los restaurantes, bares
y en ocasiones el insalubre entorno de los clubes nocturnos sirven para
ambientar la comunicación entre autoridades y lobbies.
EULAU, en su recensión de la obra
“The Washington Lobbysts” de MILBRAITH, destaca que la efectividad del lobby en
la comunicación con la autoridad política depende ([5]):
1) Del grado del autor de
decisiones del sistema político de libertad por la cual las expectativas de sus
votantes definan su papel;
2) Del grado de convicción
personal del decisor sobre un tema;
3) Del grado de conformidad que
una mayoría de los que trabajan en la tarea legislativa puedan acordar por
disciplina o compromiso;
4) Del grado de necesidad que
tiene el decisor de informarse sobre un problema;
5) Del grado de cuáles relaciones
informales con el grupo decisor lo hacen por respeto y confianza;
6) Del grado en que los decisores
confían en el consejo de los asistentes de su staff.
A continuación destacaremos las
diferentes formas de acción de los lobbies cuando actúan directamente sobre los
decisores del sistema político.
Persuasión.- Se hace
principalmente a través de tres medios: el diálogo, el aporte de informes y datos,
y -excepcionalmente- las amenazas y la corrupción.
El diálogo.- Sea
directamente como a través de contactos intermedios, sea personalmente o por
teléfono, sea en los pasillos, despachos u otros lugares fuera de las
edificaciones de los órganos de poder, el diálogo es una de las vías más capitales
de persuasión. Mediante el diálogo el lobista deberá demostrar todo su talento
y habilidad en el manejo de las situaciones y las reacciones de los decisores
del sistema político, si quiere tener éxito en su tarea. El lobista se
preocupará de que el decisor tome interés por la situación del grupo al cual el
lobby representa; tratará también de formar bloques en los órganos
deliberantes, como en las Cámaras del Congreso, y también mayorías que impulsen
la adopción o el rechazo de los Proyectos que afecten a sus representados, e intentarán
lograr la derogación o puesta en vigencia de las normas ya adoptadas. El
lobista experimentado sabe cómo tratar con una personalidad del sistema político
según su forma de ser, y las situaciones son tan ricas que exigen del lobista
mucha capacidad y ejecutividad. Ellos conocen qué momento es más oportuno para
tomar contacto con los legisladores y qué autoridades estarán dispuestos a prestarles
atención ([6]) porque ante todo, manejan
(o deben manejar) mucha información. El diálogo resulta un excelente
instrumento para permitir la presentación al decisor de un proyecto de norma
por parte del lobista que beneficiaría al grupo de interés al cual patrocina,
buscando así que las autoridades lo apadrinen y lo impulsen para su consideración
y aprobación ([7]).
Los hechos y planteamientos efectuados se acompañan de una serie de fundamentos
y presentaciones, sea fácticos como también de oportunidad o de justicia,
sabiduría o conveniencia de la propuesta. También se recurre a mostrar las dos
caras del problema que plantean, señalando ventajas e inconvenientes con cierta
pseudo-objetividad, porque siempre procurarán que la balanza de argumentos esté
inclinada a su favor ([8]).
Frecuente es también el diálogo
no sólo con la autoridad del órgano político, sino con sus asesores o
colaboradores directos, que son en definitiva los que estructuran y recomiendan
cómo proceder a aquél.
Los lobbies tienen especial
interés en hacerle ver a la autoridad pública que se trata el problema que
plantean de una cuestión importante, y que la decisión que ella toma al
respecto será realmente capital, y ningún lobista pierde tiempo en comunicarse
con el decisor político si no tienen un tema verdaderamente importante para
plantear ([9]).
Presentación de datos e
informes.- Debido a que el volumen de trabajo de las autoridades políticas
es enorme, las comunicaciones directas entre los lobbies y los decisores deben
ser muy breves, concisas y claras, resaltando en forma sumaria los puntos más
importantes ([10]).
A veces el problema es muy complejo y tedioso de explicar, sobre todo los temas
que poseen cuestiones técnicas, y si se quiere que el decisor o legislador
tenga una información cabal y completa del asunto objeto del planteamiento, el
lobista procura presentarle una documentada carpeta en la que puede exponerse
el problema técnicamente con comodidad, manejando datos y argumentos, todo lo
que se desee. La presentación de datos e informes sirve como oportunidad para
adjuntar Anteproyectos de normas jurídicas con exposiciones de motivos extensas
y profusión de datos. Esta técnica es muy tomada en cuenta, ya que así el
decisor puede prestarle más atención y tiempo a la temática que afecta o
interesa al grupo intermedio representado por el lobista que en la simple
entrevista, y para ellos las meras alocuciones o planteos orales no tienen
mucha fuerza ([11]).
Por eso, la presentación de datos e informes es un buen complemento para el
diálogo; la carpeta escrita oficiará también de “ayuda-memoria” al político.
Muchos legisladores y autoridades
del sistema político ven con buenos ojos esta presentación documentada de datos
e informes, y los lobistas saben que quien comprende el volumen de tareas de
aquéllos y está dispuesto a aliviársela mediante la presentación de un buen
informe puede saber que será siempre muy bien recibido ([12]). La presentación de
datos e informes por escrito ilustra mucho mejor que un buen diálogo. Por otra
parte, es frecuente (y es el caso particular de los legisladores) los decisores
del sistema político necesitan el asesoramiento en datos, debido a que por su
trabajo no los pueden obtener personalmente, y los legisladores norteamericanos
muchas veces cambian sus favores por esos datos. “Dame una mano y yo te doy la mía”
([13]). Los legisladores
conocen muy bien el apoyo y servicio que los lobbies le representan en materia
de datos e informes, y no se sienten muy menoscabados en su integridad por
recibirlos ([14]).
Esto lo saben muy bien los lobistas.
Amenazas y corrupción.- Debido
a lo inconveniente de estas persuasiones de carácter intimidatorio y coactivo,
es natural que casi nunca sean utilizadas. Los buenos lobistas saben que además
de amoral es poco efectiva, porque los decisores y el público lo mirarán con
gran desfavor. Algunos lobistas amenazan con favorecer la derrota electoral del
decisor mediante el retiro del respaldo del grupo al que representa y el apoyo
de ese grupo a otro candidato, o con divulgar sucesos que podrían perjudicar su
imagen salvo que les preste atención ([15]). Pero quienes intentan
amenazar o se comportan arrogantemente son siempre resistidos, y muchos mismos
lobistas saben que los sobornos, amenazas, extorsiones o cohechos no tienen
mucho éxito ([16]).
Testificación en audiencias.- Es una técnica que se ha revelado
como poco importante, por lo que suele usarse, debido a que la experiencia
demostró que los Congresistas les prestan atención esporádica ([17]).
Fiestas o agasajos.- Las reuniones sociales ofrecen un ambiente
propicio para que los lobistas puedan conversar con los decisores del sistema
político. Sin embargo, este canal no se utiliza con la frecuencia que se cree.
Es un medio que debe ser tomado en cuenta con cautela, ya que las autoridades
políticas se encuentran ocupadas en muchos compromisos, y a menudo pueden
concurrir más como favor o por compromiso que como homenaje. También despierta
en algunos funcionarios, recelos de que pueda aprovecharse la oportunidad para
molestarlos con requerimientos, y pueden rehuir de esta clase de invitaciones. Tiene
más éxito cuando se trata de grupos de interés humanitarios y religiosos, pero
se revela poco útil para otras asociaciones ([18]).
Lobby indirecto (indirect lobby)
Por “lobby indirecto” entendemos
a cualquier clase de actividad diferente a la presión directa que ejercen los
lobistas sobre las autoridades del sistema político. En cierto modo no son
tareas del lobby sensu stricto, pero
no son menos efectivas. El lobby indirecto se usa como complemento o paralelo
de la presión directa, y asimismo suele recurrirse a él al fracasar la presión
directa o cuando ésta no puede lograrse. Una táctica de lobby indirecto trata
de crear un estado de opinión pública o influirla favorablemente en beneficio
de los intereses del grupo para quienes trabajan los lobbies, con vistas a que
esta opinión pública traduzca y canalice su acción en demandas a los decisores
del sistema político. Se trata pues de provocar una presión indirecta por medio
de la presión directa que realizarán los ciudadanos gobernados sobre los
gobernadores, previamente excitados por la prédica del lobby. En otras
ocasiones el lobby se encarga de la tarea de presión indirecta, quedando la
presión directa a cargo del propio grupo de interés ([19]).
KEY destaca dos métodos
principales de lobby indirecto en cuanto a manejo de la opinión pública:
a) el método escopeta.- Busca conseguir círculos de personas que influyan
en el legislador;
b) el método ametralladora.- Consiste en lograr que el público mande
cartas y telegramas a los Congresales ([20]). Otros ejemplos de
presión “ametralladora” o difusa son, procurar que la gente se pronuncie a
través de manifestaciones, o generando una opinión a través de la Prensa u
otros medios de difusión de masas (addenda: como hoy pueden serlo las redes
sociales).
En cuanto a la influencia de los
lobbies sobre la opinión pública, IPPOLITO y WALKER distinguen dos grandes
tácticas ([21]):
1) Largo alcance (long range): conseguir del público una imagen
favorable del grupo de interés.
2) Corto alcance (short range): convencer al público de adoptar la
posición del grupo de interés sobre un hecho particular que está en el tapete,
y lograr la participación del público para conseguir sus propósitos.
Campañas de telegramas y cartas.- Los lobbies promueven
determinadas campañas que procuran obtener la presión de los gobernados sobre
los gobernantes, logrando que los primeros envíen cartas y telegramas a las
autoridades políticas ([22]). Estos lobbies le
comunicarán al público en general y a los asociados de los grupos a quienes
representan a quiénes deben enviarlos, qué deben poner y qué no deben escribir.
Se ha constatado la efectividad de esta técnica de presión sobre el ánimo de
los legisladores y autoridades políticas estadounidenses, sobre todo cuando se
sienten llegar a ellos una avalancha enorme de comunicaciones de los
interesados y del público. Por supuesto, estas campañas deben contar con la
acción de mucha gente, y hasta del propio lobista, sus compañeros o empleados,
quienes también escribirán si resulta necesario ([23]).
Campañas de información y publicidad.- Los lobbies, a través del
acceso que tienen a la Prensa y a otros medios de publicidad y de propaganda
(reporteros favorables al lobby o a su grupo de interés, o pertenecientes a él
o amigos, solicitadas, boletines, aviso s o afiches especiales), organizan
campañas publicitarias, muchas veces de gran envergadura. Tienen crecida
eficacia sobre todo cuando se trata de defender intereses de grupos
humanitarios, agrícolas, religiosos y ecologistas. También están destinadas no
sólo a promover la creación de un estado de opinión, sino a enterar o informar
al púbico de acuerdo a lo que les convenga para poner a la gente a favor o en
contra de ciertos proyectos o legislaciones vigentes o proyectadas ([24]), cumpliendo una tarea
informativa y educativa, pero a su manera y tendenciosa hacia sus intereses. La
práctica ha mostrado a los investigadores, que estas campañas no siempre pueden
medirse en sus efectos.
Conferencias.- Organizadas por los lobbies en temas de interés del
grupo que se defiende, son muchas veces remuneradas y difundidas, invitándose a
legisladores, grupos interesados y público en general.
Participación en campañas políticas.- En los últimos tiempos los
lobbies han contribuido principalmente con trabajo, dinero y publicidad en las
campañas electorales de las autoridades políticas norteamericanas, y la
incidencia de éstos en los resultados relectorales es importante. Actualmente,
a partir especialmente de la década de los años 1970, se organizan en “Political
Action Commitees” (PACs). En un medio muy efectivo para conquistar influencia a
nivel de personalidades políticas, y que los lobbies usan para organizar y
sostener campañas electorales ([25]).
Publicación de tablas de votos de legisladores.- las mismas tablas
indican el porcentaje y número de votos con que cada legislador llegó a su
escaño parlamentario. Dicha práctica fue iniciada por la Anti-Saloon League y
sus lobbies, asociación que mucho se preocupó de manipular la opinión pública.
Últimamente tiene poca importancia su utilización, sobre todo por los
resentimientos que provocan a nivel de los legisladores, lo que les cerraría la
puerta a quienes publicitaran tales tablas ([26]).
Actuación de los lobbies en las Comisiones y Proyectos de normas
jurídicas
La multiplicidad de los temas que
tienen que abordar los organismos del sistema político norteamericano ha dado
lugar a los trabajos en Comisiones y Subcomisiones, Comités o Subcomités, algunos
formados por miembros de los respectivos organismos, y otros (en ocasiones de
carácter honorario) formadas por personas de distinta índole. Mientras más
pequeño sea el número de sus integrantes, más vulnerables y sensibles son a la
influencia de los lobbies; no es de extrañar entonces que éstos se desempeñen
allí al máximo, porque ellos conocen que en dichas Comités, Comisiones, Subcomités
o Subcomisiones, se decide lo medular de cada tema, y que los Plenarios a lo
sumo ratifican o poco agregan a lo ya acordado por aquéllas, sobre todo con se
trata de la elaboración de normas jurídicas ([27]).
Cuando los grupos de interés
saben de la existencia de un proyecto de norma o de decisión (p. ej. en el
Congreso), las Comisiones suelen mandar sus Órdenes del Día a sus lobbies para
qe sigan el proceso de su sanción. Ellos toman nota de todo lo que pueda
afectar o no a sus representados, y procurarán intervenir en el momento
oportuno. Pueden intervenir en la elaboración y redacción de los Proyectos, o
aportar Anteproyectos e ideas estudiados y redactados como aporte al trabajo de
estas Comisiones o Comités., que serán tenidos en cuenta dependiendo del
padrinazgo o apoyo de uno o varios de los miembros de la Comisión o de sus
asesores. No es raro que muchas Leyes de los Estados Unidos tengan una profunda
impronta de los lobbies ([28]). Como en todo trabajo de
los lobbies, la gama de diferentes situaciones que pudiere ocurrir es muy rica.
Los lobbies y la comunicación con los grupos a los que pertenecen
Los lobbies no sólo ofician como
reivindicadores profesionales a los grupos de interés, sino que los primeros muchas
veces sirven como consultores o asesores de los segundos. Se preocupan por
obtener información, datos y todo cuanto los grupos de interés no son capaces
de conseguir por sí mismos. El lobista les asesora sobre quiénes son las
personas claves para hablar sobre determinado tema, quiénes les prestarán más
atención y cuándo es el momento más oportuno para intervenir ([29]). Cuando trabaja para sus
representados, el lobby los pone al tanto permanentemente sobre la evolución
del asunto y de los éxitos (o no) de sus gestiones, y consulta con ellos
respecto los pasos a dar en lo sucesivo. Un trabajo eficiente el lobby también
presupone una comunicación ágil y asidua con sus mandantes.
Mantenimiento de los canales abiertos entre el lobby y la autoridad
política
No sólo es importante abrir
canales de contacto con el decisor para el lobista, sino también mantenerlos
abiertos para el futuro, a efectos de poseer una comunicación fluida y perenne.
El lobista tendrá que adaptarse a las diversas exigencias de las personalidades
a las cuales tiene acceso, y mantener su favor a través de todos los medios (intelectuales
o materiales) que posea. Los lobbies tienen por lo general idea de cómo
mantenerse presentes en el buen ánimo de los políticos.
Fin de la tarea del lobby
Como bien señala MILBRAITH, el
trabajo del lobby termina cuando éste comunica al decisor sus planteamientos en
la forma más efectiva posible ([30]). Puede observarse que la
obligación del lobby es de medios: hacer todo de su parte para lograr que la
autoridad política tome en cuenta su mensaje y lo adopte; no se garantiza el
resultado efectivo de la gestión, ya que no puede controlarse directamente lo
que haga el decisor, salvo que el lobby lo decida por él.
Cuando el lobby no tiene un tiempo
de contratación determinado, cualquiera de las partes (grupo de interés o
lobby) puede ejercer el receso unilateral de la vinculación.
(continuará)
[1]
DION, op. cit., p. 124. IPPOLITO
- WALKER, op. cit., p. 373.
[2]
DION, op. cit., p. 125.
[3]
SALISBURY, op. cit., p. 148 y
sigs. Ver nota 35.
[4]
KRAEHE, op. cit., p. 633.
[5]
EULAU, ob. cit., p. 201.
[6]
DION, op. cit., p. 74.
[7]
MAKIELSKI, op. cit., p. 238.
[8]
MILBRAITH, op. cit., p. 185.
[9]
MILBRAITH, op. cit., p. 188.
[10]
MILBRAITH, op. cit., p. 187.
[11]
MILBRAITH, op. cit., p. 187.
[12]
MAKIELSKI, op. cit., p. 238.
[13]
BURDEAU, op. cit., T. V., p.
640. MAKIELSKI, op. cit., p. 232.
[14]
MAKIELSKI, op. cit., p. 232.
[15]
MILBRAITH, op. cit., p. 185.
[16]
MAKIELSKI, op cit., p. 238. MILBRAITH, op. cit., p. 183.
[17]
MILBRAITH, op. cit., p. 188. MAKIELSKI, op. cit., p. 238.
[18]
MILBRAITH, op. cit., p. 193.
[19]
DION, op. cit., p. 113.
[20]
KEY, op. cit., p. 237.
[21]
IPPOLITO - WALKER, op. cit., p. 323.
[22]
Addenda: Hoy sería los mensajes telemáticos por correo electrónico o a través
de las redes sociales, por ejemplo.
[23]
DION, op. cit., p. 124. MILBRAITH, op. cit., ps. 190 y 191. MAKIELSKI, op.
cit., p. 238.
[24]
DION, op. cit., p. 124. KEY, op. cit., ps. 229 y 240. MILBRAITH, op. cit., p.
191.
[25]
DION, op. cit., p. 124.
[26]
MILBRAITH, op. cit., p. 194. SALISBURY, op. cit., p. 148.
[27]
BURDEAU, op. cit., T. V., p. 140, DION, op. cit., p. 76.
[28]
Como en el caso de la Taft-Hartley Act, que contiene casi textualmente la redacción
de los postulados de la National Association of Manufacturers sobre el tema que
versa la Ley.
[29]
MAKIESLKI, op. cit., p. 238.
[30]
MILBRAITH, op. cit., p. 195.
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