LA “CARTA DE LOS DEBERES DE LOS PADRES EN EL DEPORTE”
En la 46ª Asamblea General de
Panathlon International (Rapallo, 24-25 de mayo de 2014) se aprobó la “Carta
de los Deberes de los Padres en el Deporte”, iniciativa del Presidente de
esa institución Sr. Giacomo Santini.
Para bien o para mal, es capital
el rol de los padres y madres en el desarrollo y realización deportiva de sus
hijos. Su influencia puede ser benéfica pero también nociva y perniciosa; puede
servir como sostén pero también puede ser desestimulante o contraproducente;
puede inducir ánimo pero también presión. No obstante, una concepción humanista
del Deporte impone a los padres y madres una actitud decididamente positiva. En
la actividad deportiva de sus hijos, los progenitores están obligados a apoyar
a sus vástagos dentro de sus posibilidades, mas es menester recordar que poseen
el deber de no dañarlos. So pretexto de desear para ellos lo mejor y de querer
encomiarlos a que den lo mejor de sí, los padres y madres deben cuidar que el Deporte
no sea para sus hijos una actividad antinatural y agonística, sino un espacio
de diversión, de valores, de inclusión social y de libertad. El art. 3. de la
Declaración de Gand (2004) reconoce que una mala concepción deportiva puede
producir efectos negativos en los niños; entonces es necesario protegerlos,
entre otros peligros, de los propios padres y madres si fuere el caso,
recordando a éstos qué deberes tienen respecto a sus vástagos en lo deportivo y
en la educación física.
La “Carta de los Deberes de los
Padres en el Deporte” es un importante instrumento que destaca positivos
valores que deben velarse, para una adecuada formación educativo-deportiva de
los hijos y de los niños y adolescentes todos. Consideramos que no sólo está
dirigida a los padres y madres sino también a los abuelos, a los demás
parientes, a los tutores, tenedores, entrenadores y en definitiva, a todos
aquellos que son responsables por los destinos de un niño o adolescente.
Resulta un complemento, o si se quiere es una proyección refleja, de la “Carta de los Derechos de los Niños en
el Deporte” (Ginebra, 1988) ([1]),
porque los derechos de los niños y los deberes de sus padres en el Deporte son
las dos caras de la misma moneda. A su vez, estos textos se ensamblan
armónicamente con la “Carta Internacional de la Educación Física y el Deporte”
(UNESCO, Paris, 1978) y con la “Declaración de Panathlon International sobre
Ética en el Deporte Juvenil” (“Declaración de Gand”, 2004; ver especialmente su
numeral 5.).
Aunque la Carta de los Deberes de
los Padres en el Deporte no es un texto jurídico de derecho positivo, sin duda
recoge normas de última generación implícitas en el Bloque de Deberes Humanos.
Descansa sobre los Deberes Primarios básicos de no dañar, de dar a los demás lo
que les corresponde, y de obrar (cor)rectamente; nada menos que respecto a los
hijos.
La Carta mencionada posee 10
(diez) numerales, enunciados en primera persona del singular; vale decir que
aquélla pretende dirigirse a lo más profundo del corazón y al espíritu de cada
padre. Examinémoslos sucintamente:
1. La elección de la
disciplina deportiva favorita corresponde a mis hijos en total autonomía y sin
condicionamientos por mi parte. Recuerda a los numerales 1. y 2. de la
Carta de los Derechos del Niño en el Deporte y al art. 1. de la Carta
Internacional de la Educación Física y el Deporte; ellos tienen derecho a
practicar un deporte, de divertirse y de jugar, pero con libertad; suya es la
elección tanto de preferir una determinada disciplina deportiva, como también
la de decidir qué tiempo habrán de dedicarle, y si la encararán en forma lúdica
o de alta competición. Nadie debe interferir en ello, ni
siquiera los propios progenitores.
2. Mi deber es comprobar que
la actividad deportiva sea funcional a su educación y a su crecimiento
psicofísico, armonizando el tiempo del deporte con los compromisos escolares y
con una serena vida familiar. El Deporte debe ser una actividad saludable
para los niños, con valores positivos y sin discriminaciones, adaptada a sus tiempos
(en edades y horarios) y capacidades psicofísicas, con patrocinadores y
educadores consustanciados con los principios de una actividad deportiva sana;
no es incompatible con una vida normal, ni con la educación curricular
institucional, ni con la familia (nums. 3. y 6. de la Carta de los Derechos del
Niño en el Deporte -en adelante también indistintamente “CDND”-; arts 2., 3., 7., 9. y 10 de la Carta
Internacional de la Educación Física y el Deporte -en adelante también
indistintamente “CIEFD”-; nums. 1., 2. y 4. de la Declaración de Gand -en
adelante indistintamente también “DG”-).
3. Evitaré a mis hijos, hasta
los 14 años, pesadas actividades competitivas, salvo disciplinas educativas,
privilegiando el deporte lúdico y recreativo. Va de la mano con la
necesidad de practicar deporte saludables y en dignidad, en lugares adecuados,
con entrenamientos adaptados a cada edad y supervisados por personas
competentes, con planes y programas coherentes y globales mas descentralizados,
entre niños del mismo nivel, en condiciones de seguridad y de debido descanso,
evitando la tensión de ser campeón (nums. 3. 4., 5. a 10 de la CDND; arts. 3. a
10. de la CIEFD; num. 1. de la DG).
4. Los seguiré con discreción,
con su consentimiento, si sirve a ayudarlos a tener con el deporte una relación
equilibrada. La presencia de los padres en las competencias deportivas es
sólo posible en cuanto sirva para alentar sanamente a sus hijos; no puede ser
impuesta ni puede significar una presión. Viene de la mano con el compromiso de
que los padres hagan del Deporte un ambiente saludable y de dignidad (nums. 3 y
4. de la CDND).
5. No pediré a los
entrenadores de mis hijos nada que no sea útil a su crecimiento y proporcional
a sus méritos y potencialidades. Los entrenadores deben ser no sólo
responsables sino competentes y debidamente formados para la especialidad del
entrenamiento y del deporte infantil; es menester que conozcan los tiempos y
requerimientos de las diferentes edades, y que sólo permitan competir niños con
el mismo nivel (nums. 5. y 6.de la CDND;
arts. 4. y 6. de la CIEFD; num. 3. de la DG).
6. Diré a mis hijos que para
ser buenos deportistas y sentirse felices en la vida no es necesario
convertirse en campeones. Se trata de una clara referencia al derecho de no
ser campeón, que preconiza el num. 10. de la CDND). Este numeral debe leerse
con los nums. 2. y 9. de esta Carta de los Deberes de los Padres en el Deporte,
y con el num. 5. de la DG.
7. Les recordaré que también
las derrotas ayudan a crecer porque sirven para hacerse más sabios. En la
derrota deportiva no se termina el mundo, porque la vida continúa. Nadie puede
dudar del efecto pedagógico y correctivo que deja toda derrota, templando el
alma en la necesidad de sobreponerse a ella. Vencer resistencias, dar lo mejor
de sí; es una lección para siempre y para cualquier orden.
8. Les mostraré los valores
del Panathlon como fundamento ético para abordar una buena experiencia
deportiva. Si bien este numeral aparenta quitar universalidad a esta Carta,
debe recordarse que Panathlon International predica los más altos valores del
Deporte en los cuales todos los hombres podrían estar de acuerdo, por lo que la
referencia a una concepción panathlética de valores deportivos no restringe ni
sectorializa.
9. A su regreso a casa no
preguntaré si han ganado o perdido sino si se sienten mejores. Ni preguntaré
cuántos goles han marcado o sufrido o cuántos récords han batido, sino si se
han divertido. Se completa con el numeral 6. de esta Carta, con el num. 10
de la CDND, y con el num. 5. de la DG.
10. Querré reflejarme en sus
ojos cada día y volver a encontrar mi sonrisa joven. Este numeral no sólo
está limitado al ámbito del Deporte, sino que se proyecta en todos los aspectos
del quehacer humano. Los padres deben
reencontrar a través de sus hijos la pureza y alegría. Diversión, juego y
libertad permiten un entorno más saludable (nums. 1. a 3. de la CDND) para
todos; vivir así la vida, mantener ese espíritu en todo lo que se haga (no
solamente en lo deportivo), es el secreto de una existencia de calidad.
Nadie puede discutir el papel y
los deberes que los padres y las madres tienen en el desarrollo psicofísico y
deportivo de sus hijos, pero es menester que aquéllos actúen correctamente
dentro de lo que les corresponde. Esta Carta de los Deberes de los Padres en el
Deporte ofrece una enumeración ejemplificativa pero contundente sobre qué
tienen que hacer los progenitores por sus vástagos, además de ser un importante
documento para abordar y considerar, por reflejo, los derechos de los niños en
la actividad deportiva y en la educación física.
Bogotá, 12.11.2014
[1]
Algunas versiones de la Carta de los Derechos del Niño en el Deporte poseen
diez y otras once derechos. Preferimos seguir la versión de diez, que es la
original de Ginebra y la recogida por Panathlon International. Ver también la
Carta de los Derechos del Niño en el Deporte, preparado por el Instituto
Internacional de los Derechos de la Infancia, del año 2010.
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